miércoles, 12 de febrero de 2014

"Toda clase de pieles"

Después de haber escuchado el cuento de “Toda clase de pieles” en clase, voy a realizar una adaptación para el 3º Ciclo de Primaria, ya que considero que es un buen ciclo, para el cual podemos adaptar este cuento. Para no perder la tradición, se les contará el cuento de forma oral, por lo que podremos ir moificando el vocabulario, las expresiones, los gestos, la entonación, etc, a medida que se va desarrollando


¡Comenzamos!


Había una vez, en un pequeño reino, un rey y una reina que vivían en un hermoso palacio, felizmente casados. El rey era un apuesto joven, la reina era la mujer más bella que podía existir. Reinaron como grandes reyes, tenían todo lo que una persona podía imaginar, excepto una cosa, un hijo que pudiera heredar el trono, en tantos años, la reina no pudó darle un descendiente.

Un mal día la reina se puso gravemente enferma, al cabo de unas semanas no lo superó y falleció, pero en su lecho de muerte solo le pidió un deseo al rey, tenía que casarse, buscar a una mujer que le diera un descendiente, pero con una condición, esa mujer tenía que ser más bella que ella. En un principio el rey se negó, ya qe no podía traicionar a su corazón, la mujer insistió y el rey, al ser su última voluntad, aceptó y le prometió que asi sería

Iban pasando los años y el rey seguía triste, seguía echando de menos a su esposa, pero los consejeros le dijeron que se tenía que volver a casar porque necesitaban un heredero varón para el trono y que para eso tenía que volver a casarse, tener otros hijos y que uno de sus hijos reinara.

Al rey no le hacía mucha gracia, pero como sabía que eran sus deberes de gobierno... Bueno, pues entonces lo que hizo fue decir eso: “Bueno, pues me casaré. Vamos a buscar una mujer que sea tan bella, o más bella, que mi esposa”. Mandó llamar a todas las princesas, mandó que mandaran fotos y dibujos de las princesas de otros países, para ver cuál era la princesa más bella y con qué princesa se podía casar. Todas las princesas que mandaban retratos, y eso que los retratos suelen ser idealizados y suelen salir más guapas de lo que son, pues en todos los retratos las princesas eran más feas que la reina. Así que el rey las despreciaba a todas porque no eran más bellas que su mujer.

Iban pasando los años, iban pasando los años e iban pasando los años. Habían pasado ya 14 ó 15 años desde que había muerto. Así que el rey, un día que estaba jugando con amigos suyos, paso una joven criada, siempre había vivido en palacio, ya que era hija de una sirvienta. Aquella muchacha cautivó al rey, dejó de mirarla como una criada, la veía como una mujer y se dio cuenta de que la única mujer que había en el mundo que era más bella que su esposa. Así que como le había hecho la promesa a su mujer de que se casaría con una mujer que fuera más bella que ella le dijo a la muchacha que se iban a casar.

A la chica se le pusieron los pelos como escarpias, no podía imaginar que el rey quisiera casarse con ella, creció sirviendole, ella le veía como si fuera su padre, ya que el rey era mucho mayor que ella. El rey insistía, decía que el reino necesitaba un varón y que ella tenía unas obligaciones, ya que esaba a su servicio y que debía casarse con el. Entonces ella como no veía escapatoria, intentó retrasar la boda lo máximo posible. Asique le dijo: “Bien, pero te pongo algunas condiciones. Me casaré contigo con la condición de que me consigas un abrigo tan dorado como el sol, otro abrigo tan plateado como la luna y otro abrigo tan brillante como las estrellas”, a lo que el rey le dijo: “Así será”. Entonces llamó a todos sus sabios y a todos sus cortesanos y les dijo: “Me tenéis que encontrar el hilo de oro más puro que haya, más brillante que haya para hacer a mi hija un abrigo tan dorado como el sol. Tenéis que buscar también el hilo de plata más fino que haya, más brillante que haya y más bello que haya para hacer un abrigo tan plateado como la luna. Y tendréis que buscar la forma de hacer hilo de diamante para hacer un abrigo tan brillante como las estrellas”.El caso es que los sabios se pusieron a buscar el oro más fino del mundo, la plata más fina del mundo y los brillantes más maravillosos del mundo y la forma de convertirlos en hilo.

Después de un año, le entregaron al rey el abrigo tan dorado como el sol, el abrigo tan plateado como la luna y el abrigo tan brillante como las estrellas. Cuando él se lo entregó a la chica, ella que pensaba que el rey iba a tardar mucho más en conseguirlo, se quedó asustadísima porque pensaba: “Ahora me toca casarme con él. Entonces, se le ocurrió una última idea y le dijo: “Bien, pero estos abrigos son para fiesta y yo tengo un capricho que quiero que sea mi regalo de compromiso. Mi regalo de compromiso tiene que ser un abrigo que esté hecho con toda clase de pieles. Con un trocito de piel de todos los animales que existen en el mundo”. A lo que el rey le dijo: “Así será”. Entonces, volvió a llamar a sus súbditos, a sus consejeros y les pidió que cazaran, todo el mundo, animales para que le enviaran un trocito de piel de cada uno de los animales y hacer un abrigo con toda clase de pieles.

Pasaron dos años y el abrigo estuvo confeccionado. Era un abrigo muy grande, era un abrigo que llegaba hasta los pies, que tapaba completamente a la jóven criada, como además hay muchos animales tenía mucho vuelo el abrigo. Pero además, tenía una capucha enorme con la que se podía cubrir, prácticamente, completa. Era un abrigo raro, pero a la vez el abrigo era muy bonito. El rey se lo entregó.

Cuando la jóven vió que el rey había cumplido todas las condiciones que ella pensaba que iba a retrasar la boda y se dió cuenta de que se tenía que casar, se encerró en su habitación y metió en un saco todos los abrigos y se pusó el abrigo de toda clase de pieles, se tiznó la cara, se tiznó las manos, que era lo único que quedaban al aire, recogió su pelo que era largo y castaño precioso y brillante, lo recogió para que no se le viera debajo del abrigo y se escapó.

Se fue al bosque a buscarse la vida. Las primeras noches durmió en el bosque, pasó mucho frío, se subía en los árboles, algunas noches encontraba una cueva. Ella todo lo que quería era alejarse del reino . Como además en estas épocas no había fronteras físicas, ella no sabía cuánto de lejos estaba, sabía que había caminado tantos días y tantas noches, pero no sabía si todavía la podían encontrar. Porque además como era rey podía mandar a gente a buscarla, pues ella estaba aterrorizada y sólo quería huir, huir y huir, por eso, seguía caminando, seguía caminando y seguía caminando y escondiéndose por donde podía.

El caso es que un día estaba caminando por el bosque y de repente escuchó ruido: oyó perros, oyó caballos,se dió cuenta que era un grupo de caza, por lo que se escondió en un árbol, se tapó muy bien con el abrigo y se escondió en un árbol. Le daba mucho miedo quitarse el abrigo y que todo el mundo viera su pelo y que la vieran a ella porque cualquiera la podría reconocer de los carteles que había puesto el rey, entonces, intentaba lo menos posible llamar la atención. Olía mal después de tantos días, de muchos meses... porque ella llevaba caminado mucho tiempo y se escondió en un hueco que había en un árbol cuando oyó la caza. Pero uno de los cazadores vio unas pieles en un árbol y pensó que allí había un animal y cuando le fue a disparar ella le dijo: ¡No, no, no, no me mates por favor, no me mates! Que soy humana, soy humana”

- ¿Y quién eres?

- No lo sé, no lo recuerdo, solo sé que vivo como un animal asustado. Por favor no me mates, déjame seguir.

Entonces, el cazador cuando la vio, que era casi una niña aunque estaba muy sucia y hecha un asco, pues le dio pena y la subió a su caballo y la llevó a un palacio. A un palacio de otro reino. Ella, evidentemente, sabía que no era el palacio donde vivía con lo cual se quedó ya un poquito tranquila.

Como ella no decía quién era, ella no decía cómo se llamaba... de hecho, cuando le preguntaban cómo se llamaba decía: “Mi nombre es toda clase de pieles”, no quería decir su nombre, no quería decir nada, sólo decía que se llamaba Toda clase de pieles. Pues entonces, la llevaron a las cocinas para que ayudara allí al cocinero en los fogones. Ella que en su vida había estado en las cocinas se puso a limpiar, se puso a fregar, qe es lo que sabía hacer, aunque poco a poco fue aprendiendo y el cocinero, que al principio, no le hacía ninguna gracia que hubiera alguien allí trabajando con él, pues la fue cogiendo cariño, la trataba como a su hija. Pero ella siempre iba tapada con el abrigo de toda clase de pieles, que ya estaba hecho un asco, iba siempre tapada con el abrigo de toda clase de pieles. Siempre iba con el pelo recogido para que no le vieran el pelo, que ella luego por las noches se lo peinaba porque era lo que más le gustaba de ella misma, pero luego lo recogía para que nadie lo viera y vivía en las cocinas.

De vez en cuando, veía al príncipe de aquel país, que era un chaval joven, muy guapo, muy atlético, muy atractivo. Ella lo miraba desde las ventanas de las cocinas, pero nunca se había acercado a él, nunca había podido hablar con él ni nada. Ella lo veía y se iba enamorando de él poco a poco.

El caso es que llegó el momento de que los reyes de este país decidieron que el príncipe debería tomar esposa y como se hace en los cuentos y como se hacía antiguamente en los palacios le hicieron unos bailes para que el príncipe seleccionara, de entre todas las princesas de los reinos vecinos, a la que iba a ser su esposa. Se decretaron tres días de bailes. Estos bailes eran en los jardínes del reino.

La primera noche de baile ella había tenido mucho trabajo porque había una fiesta, había muchos invitados y había que hacer muchas cosas en las cocinas y ella había estado trabajando todo el día. Cuando ya estaba prácticamente todo hecho, ya habían cenado y ya lo que quedaba era el baile y lo que estaban bebiendo los invitados, ella le dijo al cocinero que si le dejaba, por favor, asomarse un poquito por la puerta del salón porque nunca había visto un baile y quería ver cómo eran los bailes de palacio. Entonces, el cocinero le dijo: “Bueno, pero no tardes mucho y que no te vea nadie, por favor, que me voy a llevar una bronca”, a lo que ella le contestó: “No te preocupes, no te preocupes”. El caso es que se fue corriendo a su habitación, se lavó, se quitó la tizna de la cara, se peinó el pelo y se puso el abrigo tan dorado como el sol y salió al baile.

Cuando llegó al baile le príncipe la vio y nada más verla, sólo existía ella. No le hizo caso a las demás princesas, estuvo bailando con ella toda la noche y cuando ella vio que ya el baile iba terminar, se despidió del príncipe y le dijo que se tenía que ir corriendo, y salió corriendo, prácticamente, como Cenicienta y se escondió en su habitación. Se quitó el abrigo, se volvió a poner el abrigo de toda clase de pieles, se tiznó las manos  y la cara, se recogió el pelo y bajó corriendo a las cocinas.

Cuando llegó a las cocinas, el cocinero la empezó a regañar y le dijo: “Oye, perdona, pero es que te dicho que fuera poquito tiempo y resulta que esto está terminando, el príncipe va ahora a sus aposentos, quiere que le lleve su sopa y yo como he tenido que hacer las cosas que tú no has hecho, no he podido hacer la sopa, así que te pones corriendo a hacer la sopa del príncipe”. Entonces ella se puso corriendo a hacer la sopa del príncipe y le puso lo mismo que el cocinero le ponía más un ingrediente que ponen las madres: mucho amor. Cuando ella había huido de casa, lo único que llevaba además de lo que había cogido, era una pulserade oro que siempre llevaba puesta, que había pertenecido a su madre en el que había tres figuras. Una de ellas era una rosa Otra era una luna. Esto ella lo llevaba siempre puesto, escondido, siempre. Así que, cuando terminó de preparar la sopa y la puso en el cuenco, se quitó la pulsera y echó dentro de la sopa la rosa, la echó dentro y se la llevó al príncipe. Entonces, llegó y le dio la sopa al príncipe, se despidió y se fue. El príncipe se empezó a tomar la sopa, se empezó a tomar la sopa y la sopa se supo a gloria, pero cuando ya iba llegando al final se dio cuenta de que había una pieza y le sorprendió que a alguien de las cocinas se le hubiera podido caer un adorno de oro, y además de mujer porque un hombre no lleva una rosa ni ningún adorno del estilo para pulseras. Entonces, bajó a la cocina y le preguntó al cocinero (ella ya se había ido a su habitación):
 -¿Quién ha hecho hoy la sopa?, 
A lo que el cocinero le respondió: Yo, majestad, la he hecho yo.
- ¿Seguro?.
- Sí.
- Es que sabía distinta...
- No estaría mal, ¿no?, es que he tenido mucho que hacer.
No, no, no, estaba mucho más buena que de costumbre. Bueno pues nada, serán imaginaciones mías.

Y se volvió a dormir.

La segunda noche de baile, ocurre exactamente lo mismo, lo que pasa que la segunda noche, la jóven en vez de ponerse el abrigo tan dorado como el sol, se puso el abrigo tan plateado como la luna y se va a bailar con el príncipe. El príncipe en cuanto la vio se fue corriendo y le dijo: “¿Dónde estabas?, ¿pensé que no ibas a venir?, ¿cómo llegas tan tarde?. Quédate conmigo que te quiero elegir a ti como esposa”. La chica estuvo bailando con él, tonteándole todo lo que pudo, pero cuando vio que estaba terminando el baile hizo lo mismo que la noche anterior: salió corriendo para las cocinas, dejando al príncipe totalmente colgado. El cocinero le dijo: “Oye que hagas tú hoy la sopa que ayer le gustó mucho”. Ella le hizo la sopa al príncipe. Le volvió a poner mucho amor y además le añadió el colgante de la luna y la echó dentro del cuenco de sopa. Se la llevó al príncipe. Entonces, ella se inclinó, le dio la sopa al príncipe, y el príncipe cogió la sopa, se la comió y bajó a las cocinas.
Allí dijo:
¿Quién ha hecho hoy la sopa?”
A lo que el cocinero le contestó:“Yo, majestad”.
- ¿Seguro?
- Sí, ¿estaba mal?
- No, no, estaba estupenda la sopa.

La tercera noche del baile, la princesa le volvió a pedir permiso al cocinero para ir y se puso el abrigo tan brillante como las estrellas. Cuando llega al baile, se pone a bailar con el príncipe. El príncipe que no quería que la mujer se fuera, y además, quería casarse con ella, en un momento en el que la estaba entreteniendo, deslizó en unos de los dedos de ella, uno de sus anillos y lo dejó ahí. La entretenía para que no diera cuenta de que le había puesto un anillo. Ella estuvo bailando con él y cuando llegó la hora de marcharse a las cocinas, se despidió del príncipe y salió corriendo. El príncipe intentó retenerla, ella le empujó y salió corriendo. Pero esta noche, como el príncipe la había retenido más tiempo, se hizo más tarde.

Entonces, ella llegó a su habitación corriendo y encima del vestido se puso el abrigo de toda clase de pieles, tuvo cuidado de meterse el pelo por debajo del abrigo para que nadie la viera y se tiznó, rápidamente, la cara y las manos. Pero lo hizo tan rápidamente que hubo parte de las manos que no se tiznaron. Se fue a las cocinas, le preparó la sopa al príncipe y fue a llevársela. Subiendo a la habitación del príncipe se dió cuenta de que en dedo tenía un anillo de compromiso, que no era suyo, que solo podía ser del príncipe, por que era con el único que había tenido contacto.
Cuando entró y fue a darle la sopa al príncipe, el príncipe pasó por detrás de ella y cerró la puerta de su habitación. Y le dijo: “Prefiero que te quedes para que te lleves tú el plato de sopa. Quédate aquí mientras yo me la como”. Toda clase de pieles esta vez se había jugado un órdago a grande porque lo único que le quedaba por echar en el platito era el anillo que el príncipe le puso, un anillo de oro, que es, evidentemente, símbolo de compromiso. Estaba aterrada de que el príncipe la reconociera, la despreciara. Estaba allí esperando a que el príncipe se comiera la sopa. El príncipe iba comiendo la sopa super despacio diciéndole:” Uy, pero que bueno está esto”, “¿Qué tendrá esta sopa?”, “Qué bien cocina el cocinero últimamente”, “Uy, lleva tres noches haciéndome una sopa maravillosa”... Y ella allí, muerta de vergüenza, mirando para abajo, hasta que por fin llega al final de la sopa y le dice:“Es curioso porque el otro día encontré una medallita y ayer encontré otra y hoy... !Me he encontrado un anillo”. Él se iba acercando a ella y ella se iba alejando. Y él acercándose y ella alejándose hacia la puerta. Entonces el príncipe le dijo:“¿Tú sabes lo que es esto?”, y ella, que no debía mirar al príncipe a la cara ni debía contestarle porque era una sirvienta, asintió con la cabeza. Entonces, el príncipe que llevaba en la mano el anillo que había encontrado en el plato de sopa, cogió la mano de ella y le dijo:“pues es el compañero de este” mientras le enseñaba el anillo que el príncipe llevaba puesto, y le dijo:“Este es el anillo que esta noche le he puesto en la mano a mi futura esposa, y que por lo tanto solo puede tenerlo ella. Sé que has estado escondida en las cocinas, pero también sé que no eres una fregona porque no hay ninguna fregona en el mundo que tenga esa cara y ese pelo”. Le quitó el abrigo y le dijo:“No sé quién eres ni me interesa, me da igual que seas rica o que seas pobre, que vengas de donde vengas, lo único que sé es que quiero que seas mi esposa y espero que me aceptes”, a lo que ella le respondió que sí, el príncipe le volvió a poner el anillo, se casaron y fueron felices por siempre.



Aspectos adaptados
A continuación voy a comentar los aspectos cambiados y porqué lo he hecho.

-Los reyes no tuvieron descendientes
-Toda clase pieles es la hija de una sirvienta de palacio, y no la hija del rey.

Estos tres aspectos han sido modificados para poder cambiar la idea de que las protagonistas, generalmente son princesas o de altas sociedades y podemos suprimir el incesto, ya que para alumnos de 3º Ciclo de Primaria, no es un tema adecuado.

-Toda clase de pieles es morena. Para poder cambiar la estética idealizada de princesas rubias.

-Toda clase de pieles manda tejer 3 abrigos y no 3 vestidos.
- Toda clase de pieles hecha dos adornos de una pulsera, y no tres colgantes.
-El “tercer elemento” que hecha en la sopa, es el anillo de compromiso que el príncipe le pone en el dedo en el tercer baile.

La idea de tener tres objetos que tejer y tres objetos que echar en la sopa del príncipe se han mantenido, pero para poder hacer un cuento ligeramente distinto, he cambiado los elementos. Así los abrigos puede usarlos más adelante al igual que los adornos de la pulsera.

El tercer elemento lo he suprimido para que así el príncipe encuentre el anillo de compromiso que le había dado a una chica en concreto y se de cuenta de que “Toda clase de pieles” es la chica del servicio y la misteriosa chica de la fiesta. De esta forma considero que se aleja un poco del esteriotipo tradicional.


-Eliminación de algunos datos. Los cuales he considerado innecesarios, ya que no influyen en el desarrollo de la historia. Por ejemplo: los consejeros del rey le insisten en que debe encontrar a una mujer con la que casarse y tener descendencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario